“… y el otro, después de sentir
complacido y paciente las aventuras de su labio, de vivir marginalmente el
gusto escalofriante de quedar a merced del amado y de empezar a intuir por
primera vez en su vida lo atractivo que sería rendir valerosamente no solo su
labio sino todo su cuerpo a la compasión de su amante y que esa zona entre el
cariño y la compasión es el lugar más oscuro y más profundo del amor, le hacía
lo mismo al otro, y justo en ese instante las lenguas moviéndose impacientes en
el interior de nuestras bocas, encontrándose veloces entre los dientes, nos
recordaban ese lado del amor que no tiene que ver con la violencia sino con la
dulzura, los abrazos y el tacto.”
(Orhan Pamuk, El museo de la inocencia, Mondadori,
Barcelona, 2009)
"Salir del paraíso es más difícil
que salir del infierno. Las puertas están abiertas, no hay que luchar. Pero no
queremos irnos. Bastaría la voluntad de hacerlo, pero no queremos. No nos ata,
somos libres y felices, pero no queremos.
Y sin embargo, también del
paraíso hay que salir. Infierno y paraíso son dos etapas en la Vía, pero son
solo eso, etapas. No son la plenitud. El paraíso no es la plenitud. Hay que
dejarlo, también."
(Michael Ring, Estudios sobre La Comedia,
Aschaffenburg, 1759)