martes, 20 de noviembre de 2012





Imaginar, sin ser, es el trono. Desear, sin apego, es la corona. Poseemos aquello a lo que hemos renunciado, pues lo conservamos eternamente intacto en nuestros sueños, a la luz del sol que no es, de la luna que no puede ser.

(Pessoa: Libro del desasosiego, 164)

 

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